Como decidisteis en la encuesta de Twitter de la semana pasada os traigo una especie
de guía de cómo yo creo un personaje.
Imaginaos
que nuestra novela o relato es una casa, tenemos los planos, dónde va cada
pared y dónde cada ventana. Pero para poder construirla necesitamos los
ladrillos que formarán parte de ella. Y cada ladrillo será de una forma o tipo
diferente dependiendo de la función que tenga. Estos son los personajes.
Los
personajes son una parte esencial de nuestras narraciones. Son el aspecto que
más va a conectar con nuestros lectores, sus vivencias serán las suyas y pueden
amarlos u odiarlos. Quiero recalcar que este es el método no es nada oficial ni
algo que hagan grandes autores. Esto es lo que hago yo con mi atolondrada
cabecita, pero aún así creo que no me salen malos personajes. Así que sin más
dilación empecemos.
Paso
1: Arquetipos VS Estereotipos
Mucha
gente cree que estas dos ideas son iguales y no amiguitos. De hecho una de
ellas nos va a ayudar a la hora de crear un buen personaje y del otro deberemos
huir como las moscas. Vamos a ver cual es cual y qué diferencias hay entre
ellos. Para eso os pondré la definición que da la RAE de ambos términos:
Arquetipo:
Modelo original que sirve como pauta para imitarlo, reproducirlo o copiarlo, o
prototipo ideal que sirve como ejemplo de perfección de algo.
Estereotipo:
Imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter
inmutable.
¿Veis
la diferencia? El arquetipo es un modelo, una idea que nos va a servir de base.
Mientras que el estereotipo son unas características que inconscientemente se
asocian a esta idea. Vamos a ejemplificarlo.
Arquetipo:
El personaje listo. Es un tipo de personaje que casi siempre aparece en las
narraciones. Está cumpliendo una función concreta dentro de la narración.
Estereotipo:
El personaje listo es un chico escuálido, con gafas, tartamudo, que nunca ha
besado a una chica y es pésimo en los deportes.
Lo
primero que hago yo es escoger un arquetipo que cumpla la función que requiere
el texto. El personaje fuerte, el personaje divertido, el personaje listo…
Estos son bases que sirven como parches para los huecos que posee nuestra
narración. Deberemos tener una idea inicial de cuales usaremos, especialmente
los protagonistas, pero a lo largo de la narración seguro que aparecerán agujeros
en la pared y necesitaremos más.
Una
vez tenemos nuestros arquetipos escogidos tendremos que hacerlos únicos. Y para
eso hay que huir de los terribles estereotipos. Pues si hacemos lo de siempre
nuestro personaje será “el de siempre” aburrirá al lector a la mínima y
precisamente eso no es lo que queremos.
Paso
2: El bautizo
Esto
es una cosa que parece una bobada pero no hay que tomarlo a la ligera. El
nombre de nuestro personaje debe de ser coherente con el contexto de la
historia. Sería un poco raro que nuestra novela estuviese ambientada en la
antigua China y que nuestro protagonista se llamase Jonathan. Y si lo hace
deberemos explicarlo.
Además,
los nombres pueden significar mucho y marcarnos. Ya no hablo de que pongas un
nombre en concreto porque signifique algo, no, si no del modo en que un nombre
nos marca. Cómo portadora de nombre raro (Maeva) os digo que tener un nombre
raro te marca. Todo el mundo sabe cómo te llamas aunque no la conozcas. Algunos
pueden decirte lo mucho que les gusta y otros pueden insultarte por ello. Un
nombre es mucho más que una palabra, ese nombre ES TU PERSONAJE.
Ponle
un nombre único a tú protagonista, un nombre por el que será recordado, que
cuando lo digan en seguida te venga a la mente. Ponle apellido para que no se
confunda con otros personajes… ¡Si lo que escribes es fantasía o Ci-fi pues
invéntalos!
Las
fórmulas son infinitas. Ponerle un nombre raro a un personaje para hacerlo
destacar en un mundo normal o poner un nombre normal en un mundo raro. Por
ejemplo La Corte de los Espejos de Concepción Perea es un libro de fantasía
plagado de nombres extraños, algunos inventados, otros sacados de la mitología…
Y hay un Martín. ¡Martín! Lo que me pude reír porque entre Nicasia, Marsias,
Dujal, Mesalina… había un Martín.
Busca
un buen nombre para tus personajes, un nombre que tú sientas que les pega. Te
aseguro que no es tan complicado, muchas veces el propio personaje te lo dice.
De algún modo sabes que ese nombre que te ronda es el bueno, que no le pega
otro.
¡Ah!
E intenta que los nombres de tus personajes no se parezcan demasiado entre sí,
para el lector va a ser un lío si los protagonistas de tu novela son: Juan,
José, Jorge, Jaime y Javier. Yo normalmente intento no repetir iniciales, por
lo menos entre personajes con la misma relevancia y del mismo género.
Paso
3: Detalles, metas y defectos
Todos
los personajes deben tener estas tres características. En mayor o menor medida
dependiendo de su relevancia en la narración, pero deberán tenerlos. Estas tres cosas son lo que les hará humanos,
los que harán que los lectores les amen con locura o les quieran asesinar
vilmente.
Detalles:
Para esto lo mejor es hacer una ficha de personaje. No te cortes, ponle todas
las cosas que quieras. Desde que le guste escuchar la lluvia a que tenga un
trauma con los payasos. Da igual lo insignificante que te parezca la idea,
puede que ese dato que has apuntado nunca salga en la narración. ¡PERO DA
IGUAL! Tú eres quien tiene que saberlo, porque cuanto más conozcas a tu
personaje más podrás profundizar en su historia y más fácil será escribir sus
acciones. Recuerda rechazar las ideas preconcebidas. ¿Por qué el personaje
listo tiene que ser un chico torpe? Podría ser una chica trans a la que le
encanta el baloncesto. ¿Por qué no?
Un truco para saber cómo de completo está tu personaje es hacerle un aesthetic. Sí, parecerá una chorrada pero os aseguro de que a mi me hace pensar muchísimo. Buscar cosas que a mi pequeño o pequeña les represente. En imágenes que vayan con su estilo. Es un modo genial de conocerles. También funciona muy bien pensar en la música que les representa. Hacer una especie de playlist para ellos.
Metas:
TODOS los personajes deben tener una meta, aunque sea una minucia. Nadie
creíble hace nada porque sí. Todos queremos algo tanto a corto como a largo
plazo. No todos tus personajes tienen que soñar con ser premios Nobel, no todos
tienen que ser ambiciosos. Hay gente que su meta es simplemente tener una
casita en la ciudad y eso es genial. Haz que tus personajes se muevan por un
motivo eso es lo que les llevará a tener historias buenas que contar.
Defectos:
Lo que menos nos gusta poner y puede que de las cosas más necesarias. ¡PONLE
DEFECTOS! Sí, como autora sé lo mucho que quieres a tu bebé, pero admítelo, no
es perfecto. Nadie en la faz del planeta tierra lo es. De hecho los personajes
perfectos suelen ser paradójicamente odiosos. ¿Por qué? Porque las personas
tenemos defectos y queremos leer sobre personajes con los que queremos
empatizar. Nadie se sentirá representado por un personaje guapísimo,
inteligente, buen deportista, heredero de una gran fortuna, divertido, amable,
un amante dulce y pasional… ¡NO! Nadie va a quererle. La presencia de un
personaje así, además, suele coincidir con que los demás son bastante insulsos.
Reparte las buenas cualidades entre todos los personajes y también las malas.
No te pases poniendo defectos tampoco, un personaje sin ninguna cualidad buena
es tan horrible como el perfecto.
Bueno, como el post me estaba quedando larguísimo he decidido partirlo en dos, así que este fin de semana subiré la otra mitad. Espero que esta primera parte os haya gustado y que sea útil.
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